Desde hace algún tiempo, y últimamente cada vez más, (error500.net) se habla del incierto futuro de las librerías. Creo que a todos nos resulta bastante evidente que el futuro de las librerías no pasa por tener los libros expuestos en las estanterías esperando que llegue un cliente a comprar. Algo más habrá que hacer...
En cualquier caso, en este país somos muy dados a demonizar y así no será extraño empezar a escuchar en breve que se están cerrando librerías debido a la irrupción del libro electrónico. Eso no es cierto -y menos en España-, aquí el libro electrónico hoy en día no deja de ser algo residual, pero las cosas están cambiando, y muy rápidamente. Habrá que buscar otros motivos, querer competir contra las grandes cadenas como Fnac o El Corte Inglés con catálogos enormes comparados con la librería del barrio, los problemas de los libreros para vender incluso los libros de texto puesto que no pueden competir contra las ofertas de hipermercados o las ventas en los propios centros escolares..., pero no es de eso de lo que ahora iba a escribir.
Tampoco pretendo abrir un debate sobre si es mejor o peor el libro electrónico o en papel, las posiciones de unos y otros son conocidas y difícilmente harán cambiar a uno u otro de bando. El futuro nos dará la respuesta (yo apuesto por el electrónico, quede claro) pero lo importante para las librerías será saber si allí podrán seguir teniendo un negocio rentable, ¿podŕan seguir vendiendo libros ya sean de papel o electrónicos? No nos engañemos hoy hay gente que puede defender la idea del romanticismo del papel, supongo que más que nada porque lo sentimos muy cercano, muy especial, pero los que hoy son niños no tienen esa experiencia, y probablemente no la tendrán nunca. Eso no es malo, es simplemente que hoy las cosas ya no son como eran ayer.
La terca realidad nos dice que las librerías tienen que adaptarse a los nuevos tiempos. He pensado en todas las librerías que hay en mi pueblo y siendo benévolo sólo se me ocurre que dos de ellas pueden tener un cierto futuro, una porque es la típica librería en la que uno se siente cómodo, puede hablar con los libreros, dejarse aconsejar (pero ojo, hoy ni siquiera tiene página web -o al menos yo no he sido capaz de encontrarla-), la otra es una librería infantil y juvenil, esa si tiene página web pero lo que la diferencia de otras librerías es que ha conseguido convertirse en un punto de encuentro, organiza continuamente actividades para los chavales, exposiciones, cuentacuentos... y por ahí puede conseguir algo.
Lo que no pueden pretender las librerías en general y las pequeñas en particular es convertirse en una copia en pequeño de lo que nos ofrece el hiper o El Corte Inglés por poner un ejemplo. Necesitan buscar un espacio propio, unas características que las hagan diferentes, tendrán que apostar por las pequeñas editoriales, por autores jóvenes o desconocidos, por una relación más directa con el cliente, por ofrecer cosas que hoy no ofrecen, deben ser lugar de intercambio, lugar de encuentro, lugar de promoción y así serán también lugar de venta. Y ahí los consumidores también tenemos cosas que ganar.
De todos modos hay libros que se seguirán vendiendo en las librerías, los libros con ilustraciones, libros infantiles, libros antiguos, todos aquellos, en definitiva, en los que la experiencia con los lectores electrónicos no sea tan placentera, tendrán su campo abierto. Las editoriales también deben explorar y explotar líneas nuevas de negocio, pero para eso hay que estar dispuesto a cambiar. ¿Lo están hoy? Las grandes parece que no.
Hace unos días hablamos por aquí de los problemas de Barnes & Noble, bien, acepto que soy útopico, pero personalmente creo que las pequeñas librerías independientes, si quieren, pueden estar mejor preparadas para sobrevivir que estos gigantes. Quizás el futuro esté en los pequeños editores, en las pequeñas librerías que apuestan por jóvenes lectores exigentes, esos mismos lectores que hoy empezamos a usar lectores electrónicos, pero que seguimos estando dispuestos a leer en papel. A nosotros lo que nos gusta es leer.
Lo que no pueden pretender las librerías en general y las pequeñas en particular es convertirse en una copia en pequeño de lo que nos ofrece el hiper o El Corte Inglés por poner un ejemplo. Necesitan buscar un espacio propio, unas características que las hagan diferentes, tendrán que apostar por las pequeñas editoriales, por autores jóvenes o desconocidos, por una relación más directa con el cliente, por ofrecer cosas que hoy no ofrecen, deben ser lugar de intercambio, lugar de encuentro, lugar de promoción y así serán también lugar de venta. Y ahí los consumidores también tenemos cosas que ganar.
De todos modos hay libros que se seguirán vendiendo en las librerías, los libros con ilustraciones, libros infantiles, libros antiguos, todos aquellos, en definitiva, en los que la experiencia con los lectores electrónicos no sea tan placentera, tendrán su campo abierto. Las editoriales también deben explorar y explotar líneas nuevas de negocio, pero para eso hay que estar dispuesto a cambiar. ¿Lo están hoy? Las grandes parece que no.
Hace unos días hablamos por aquí de los problemas de Barnes & Noble, bien, acepto que soy útopico, pero personalmente creo que las pequeñas librerías independientes, si quieren, pueden estar mejor preparadas para sobrevivir que estos gigantes. Quizás el futuro esté en los pequeños editores, en las pequeñas librerías que apuestan por jóvenes lectores exigentes, esos mismos lectores que hoy empezamos a usar lectores electrónicos, pero que seguimos estando dispuestos a leer en papel. A nosotros lo que nos gusta es leer.
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