Sinopsis: (Tomada de LcLibros.com)
Nos hallamos en Zaragoza, la antigua Caesar Augusta, en el año 33 después de la Expo, es decir, en 2041. Gracias a una reestructura total, la vieja ciudad ya no solo se halla en los mapas de todo el mundo, sino incluso en las cartas de navegación…
En medio de este panorama divertido y delirante, Ulises Sopena, capitán de la policía, tiene que resolver el misterio de un cadáver que ha aparecido flotando en las aguas de uno de los canales que atraviesan la ciudad. El finado es (o sea, fue) toda una figura deportiva, capitán del equipo de waterpolo, el Zarawater, que tiene encendidas las pasiones ciudadanas. En el empeño por reconstruir sus últimos pasos y establecer quién pudo haberle asesinado, Sopena hará un recorrido en moto acuática, acompañado de la subteniente Fitzpatrick, por una ciudad llena de rincones sumergidos e insólitos, de caracteres anfibios e hilarantes, de personajes curiosos bajo su traje de neopreno.
Escrito con una agilidad prodigiosa, y un humor limpio y preciso, Cuestión de galones es una obra regocijante donde estas sorprendentes imágenes y el tono burlesco no ocultan el verdadero fondo: una historia policiaca de ley, valga la expresión, un enigma inteligentemente planteado y resuelto con pericia, una novela negra de tipos reales y problemas y reacciones humanas.
Opinión personal: Ya he comentado en varias ocasiones en el blog que me apasiona la novela negra y en ese aspecto Cuestión de galones cumple con creces. La novela sigue un esquema bastante habitual en el género, aparece un cadáver, en este caso de un famoso y una pareja de policías tiene que intentar resolver el crimen. Hasta aquí nada que pueda resultar sorprendente, aunque ya desde la ambientación de la novela se rompe con los esquemas habituales. Nos encontramos en el futuro, un futuro tampoco demasiado lejano, 30 años, y nos situamos en Zaragoza una ciudad del interior de la Península Ibérica que se muestra con una fisonomía bastante distinta de lo que hoy conocemos. Ya sea la grandilocuencia, ya sea el ego de un alcalde, por una causas o por otras, eso es lo de menos, Zaragoza se ha convertido en una nueva Venecia. Pero es que además el fútbol no es quien ahora levanta pasiones entre sus habitantes, sino el waterpolo y la natación sincronizada.
A partir de aquí nos sumergimos, nunca mejor dicho, en una historia que mezcla con mucha solvencia humor, ironía y por supuesto la intriga que no puede faltar en este tipo de libros. Es cierto que muchas veces esperamos historias duras, llenas de crudeza, pero en Cuestión de galones no nos encontramos con todo esto, lo que pasa a un primer plano y destaca por encima de todo es el humor y la ironía descarada, llana y sencilla. Toda ella encarnada en su protagonista, el capitán Ulises Sopena, un tipo posiblemente no demasiado espectacular, pero que gasta una mala leche en lo que piensa que consigue que podamos llegar a esbozar más de una sonrisa.
No es Sopena un héroe al uso, casi cuarentón, sin demasiado éxito con las mujeres, aunque alguna que otra cae, con un cierto deje machista aunque sin excesos, acostumbrado a pensar más de lo debido con los bajos que con lo que tiene encima de los hombros pero que termina resultando entrañable. Personalmente es aquí donde creo que radica el éxito de la novela, en el protagonista, en sus pensamientos mordaces unas veces, cáusticos otras pero muy parecidos a los que podríamos tener cualquiera de nosotros. Ya me imagino que cuando pase a mi padre el libro y lo lea lo primero que me va a decir es: "Muy bueno el Sopena este".
La historia se lee con enorme facilidad y a mi se me ha hecho muy corta. Se me hace difícil buscarle un pero creo que el estar situados 30 años después podría ofrecernos algo más novedoso, nuevas formas de comunicación quizás, algún toque de fantasía, ciencia ficción incluso, aunque pienso que el autor ha querido mostrar y por eso se ha centrado más en los personajes, en lo que pueden pensar, sentir y decir que en cómo serán las cosas a mitad de este siglo. Seguramente sea otro acierto más.
Valoración personal: 4,5 sobre 5.
Muchas gracias a Ricardo y a Alejandro Pérez-Prat, director editorial de Literaturas Com Libros, por hacerme llegar este libro.
Nos hallamos en Zaragoza, la antigua Caesar Augusta, en el año 33 después de la Expo, es decir, en 2041. Gracias a una reestructura total, la vieja ciudad ya no solo se halla en los mapas de todo el mundo, sino incluso en las cartas de navegación…
En medio de este panorama divertido y delirante, Ulises Sopena, capitán de la policía, tiene que resolver el misterio de un cadáver que ha aparecido flotando en las aguas de uno de los canales que atraviesan la ciudad. El finado es (o sea, fue) toda una figura deportiva, capitán del equipo de waterpolo, el Zarawater, que tiene encendidas las pasiones ciudadanas. En el empeño por reconstruir sus últimos pasos y establecer quién pudo haberle asesinado, Sopena hará un recorrido en moto acuática, acompañado de la subteniente Fitzpatrick, por una ciudad llena de rincones sumergidos e insólitos, de caracteres anfibios e hilarantes, de personajes curiosos bajo su traje de neopreno.
Escrito con una agilidad prodigiosa, y un humor limpio y preciso, Cuestión de galones es una obra regocijante donde estas sorprendentes imágenes y el tono burlesco no ocultan el verdadero fondo: una historia policiaca de ley, valga la expresión, un enigma inteligentemente planteado y resuelto con pericia, una novela negra de tipos reales y problemas y reacciones humanas.
Opinión personal: Ya he comentado en varias ocasiones en el blog que me apasiona la novela negra y en ese aspecto Cuestión de galones cumple con creces. La novela sigue un esquema bastante habitual en el género, aparece un cadáver, en este caso de un famoso y una pareja de policías tiene que intentar resolver el crimen. Hasta aquí nada que pueda resultar sorprendente, aunque ya desde la ambientación de la novela se rompe con los esquemas habituales. Nos encontramos en el futuro, un futuro tampoco demasiado lejano, 30 años, y nos situamos en Zaragoza una ciudad del interior de la Península Ibérica que se muestra con una fisonomía bastante distinta de lo que hoy conocemos. Ya sea la grandilocuencia, ya sea el ego de un alcalde, por una causas o por otras, eso es lo de menos, Zaragoza se ha convertido en una nueva Venecia. Pero es que además el fútbol no es quien ahora levanta pasiones entre sus habitantes, sino el waterpolo y la natación sincronizada.
A partir de aquí nos sumergimos, nunca mejor dicho, en una historia que mezcla con mucha solvencia humor, ironía y por supuesto la intriga que no puede faltar en este tipo de libros. Es cierto que muchas veces esperamos historias duras, llenas de crudeza, pero en Cuestión de galones no nos encontramos con todo esto, lo que pasa a un primer plano y destaca por encima de todo es el humor y la ironía descarada, llana y sencilla. Toda ella encarnada en su protagonista, el capitán Ulises Sopena, un tipo posiblemente no demasiado espectacular, pero que gasta una mala leche en lo que piensa que consigue que podamos llegar a esbozar más de una sonrisa.
No es Sopena un héroe al uso, casi cuarentón, sin demasiado éxito con las mujeres, aunque alguna que otra cae, con un cierto deje machista aunque sin excesos, acostumbrado a pensar más de lo debido con los bajos que con lo que tiene encima de los hombros pero que termina resultando entrañable. Personalmente es aquí donde creo que radica el éxito de la novela, en el protagonista, en sus pensamientos mordaces unas veces, cáusticos otras pero muy parecidos a los que podríamos tener cualquiera de nosotros. Ya me imagino que cuando pase a mi padre el libro y lo lea lo primero que me va a decir es: "Muy bueno el Sopena este".
La historia se lee con enorme facilidad y a mi se me ha hecho muy corta. Se me hace difícil buscarle un pero creo que el estar situados 30 años después podría ofrecernos algo más novedoso, nuevas formas de comunicación quizás, algún toque de fantasía, ciencia ficción incluso, aunque pienso que el autor ha querido mostrar y por eso se ha centrado más en los personajes, en lo que pueden pensar, sentir y decir que en cómo serán las cosas a mitad de este siglo. Seguramente sea otro acierto más.
Valoración personal: 4,5 sobre 5.
Muchas gracias a Ricardo y a Alejandro Pérez-Prat, director editorial de Literaturas Com Libros, por hacerme llegar este libro.
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