Podríamos empezar discutiendo si el diario El País puede o no tener intereses empresariales y editoriales que le hagan no ser lo suficientemente objetivo a la hora de enfocar el artículo, pero no es eso de lo que quiero tratar. Aceptemos pues su perfecto derecho a publicar el artículo de marras.
Primero fue la música, luego las películas y ahora el libro. También podríamos decir que pese a que no es nuevo la industria editorial no ha aprendido de los errores que antes que ellos cometieron las industrias de la música y el vídeo. Esto se venía anunciando desde hace tiempo, no es nuevo, pero más que poner medidas para adaptarse a los nuevos tiempos, lo que se han puesto han sido trabas. Trabas que ya intentaron poner en su momento las otras industrias y que fracasaron estrepitosamente, lo de poner puertas al campo está visto que no funciona, pero aún así perseveran en el intento.
Dice el artículo que la piratería se ha disparado principalmente debido a la aparición de las tabletas como el iPad de Apple. No creo que ese sea el motivo principal, y digo eso porque, aunque es una apreciación personal, no veo a los usuarios de estos aparatos como lectores compulsivos a diferencia de los usuarios de los lectores electrónicos, que también están proliferando y lo harán aún más en próximas fechas.
Dicen que los editores han dejado de ingresar más de 400 millones de euros de enero a junio de este año. No deja de ser un dato de difícil comprobación, pero también se podría decir que al no haber hecho los deberes han ganado menos de lo que podían haber ganado de haberlos hecho. Poner las esperanzas de solucionar el problema en la ley antidescargas, también conocida como ley Sinde, es errar una vez más.
¿Que el problema se puede agravar? Evidentemente, pero lo que hay que hacer es ofrecer algo alternativo, ahora los malos somos los usuarios que nos ponemos el parche en el ojo, luego el malo será Amazon pero no estaría mal mirarse el ombligo y ver que también ellos se están equivocando no dando respuestas a una demanda creciente. El usuario que hoy se descarga libros piratas no es el enemigo, sino el potencial cliente al que habría que cuidar. Si pudieramos obtener lo mismo y con la misma facilidad a un precio asequible a lo mejor podríamos ir dejando de llorar. No podemos pretender que toda la cadena siga ganando el mismo dinero, porque algunos han dejado de ser imprescindibles para convertirse en meros actores totalmente prescindibles. Los libreros, por mucho que nos pese, tendrán que adaptar su negocio, plantearse que hay que cambiar si quieren seguir viviendo de esto. Los empresas que se dedican a la impresión del libro deberán aceptar que su negocio va a ir a menos y así sucesivamente...
Al final del artículo, en el último párrafo se habla del precio, yo pensaba que no iban a decir nada de ese tema... ¿Un libro digital es un 30% más barato que el mismo en papel? Depende, para El Corte Inglés por ejemplo no siempre es así. Van aquí un par de ejemplos:
Los tigres de Mompracem, formato papel 10,50€
Los tigres de Mompracem, formato electrónico 13,33€
Lorenzo Silva pone algo de sensatez al tema:
Para el escritor Lorenzo Silva, el margen es insuficiente porque la clave es "olvidarse" de que el nuevo formato compite con el tradicional: "Hay que explotar simultáneamente los dos negocios. En el digital el precio debería ser casi simbólico, con poco margen porque es una herramienta publicitaria. Se dirá que es poco, pero es que es eso o gratis. En el futuro, de mis 35 libros podría ofrecer los 34 primeros juntos por 10 euros".
Lo dicho, que malos somos los lectores, que malo es Internet, que malos son todos, menos yo.
Actualización: De imprescindible lectura el artículo de José Antonio Millán, también en El País. Malas y buenas noticias. y el trozo que faltaba en el artículo. Afortunadamente uno se alegra de ver la otra visión de las cosas.
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